domingo, 21 de agosto de 2016

El clarinete: La técnica del instrumento.

El Clarinete es un instrumento muy particular y más difícil de tocar de lo que en general se piensa. ¿Cuántos niños de siete, ocho o diez años, se ha visto tocar el Clarinete en concursos de jóvenes intérpretes o en concursos televisivos? Me refiero a virtuosos del Clarinete de siete, ocho o diez años... ¡ninguno! Sin embargo sí se ven pequeñas figuras del violín, el piano...

Hasta hace muy pocos años (años 60-70) el número de orquestas en España se limitaba a seis, por lo que la difusión de la cultura musical se realizaba con bandas de música. Ese es el origen de la masiva presencia de clarinetistas en nuestro país, y el pensar general es que el Clarinete es un instrumento fácil de tocar. Gran error...

La persona que desee estudiar el Clarinete necesita tener capacidad lectiva, sentido rítmico, expresión, sentido musical, entonación y carácter, en resumen: condiciones. Es lo primero que debemos observar en nuestro alumno: la presencia o no de esas condiciones.

Además, el Clarinete no permite vagueza, dejadez ni indiferencia a la hora de hacerlo sonar. Así pues, una vez comprobemos que nuestro alumno cumple los requisitos (tiene condiciones y tiene ganas de tocar), podremos comenzar la enseñanza.

Para ello, y antes de nada, necesitaremos un instrumento en condiciones, un Compensador, cañas, y un método.

Primero, debemos hacer ver al alumno lo que tiene entre manos. Le enseñaremos las partes del Clarinete: boquilla (con la correspondiente abrazadera y lengüeta), barrilete, cuerpo superior, cuerpo inferior y campana. Le enseñaremos a montarlo y desmontarlo cuidadosamente, a mantenerlo limpio y en condiciones, a sujetarlo correctamente, a no dejarlo en cualquier lugar y posición, en definitiva, a tratarlo con cuidado.

A continuación ya podemos empezar con el aprendizaje propiamente dicho de la técnica clarinetística, poniendo mucha atención y cuidado en los siguientes puntos: Respiración, Embocadura, Compensador, Posición, Picado, Sonoridad y Movimiento de los dedos.

Para desarrollar los puntos anteriores nos tendremos que apoyar en una teoría y una práctica; ambas nos vienen dadas por la Metodología.

Respiración

Se define la respiración como la entrada y la salida libre del aire en los pulmones. La acción de respirar consta de dos fases:

INSPIRACIÓN: dilatación de la caja torácica por entrada de aire en los pulmones.

ESPIRACIÓN: el segundo acto de que consta la respiración pulmonar, en virtud del cual los pulmones expulsan, con la intervención del diafragma, el aire inspirado.

En el método “Tú y El Clarinete” (J. Vercher, Editorial U.M.E.) se dice de los pulmones: «Son dos grandes masas de estructura esponjosa que ocupan las cavidades del pecho, separadas por el mediastino y el corazón. En ellos se efectúan dos fenómenos respiratorios. La laringe, en su parte inferior, comunica con la tráquea hasta los bronquios, cuyas últimas ramificaciones constituyen el tejido esponjoso de los pulmones, protegidos por la caja de arcos óseos que forman los costados del pecho, entre la columna vertebral y el esternón. Dichos órganos se apoyan en un músculo horizontal llamado DIAFRAGMA».


La Embocadura

Es la forma de embocar la boquilla. El labio inferior forrará los dientes, realizando la función de un pequeño cojinete situado entre los dientes de la mandíbula inferior y la lengüeta, y sirviendo de base para la vibración de la caña, controlando a la vez su movimiento. En cuanto al labio superior hay dos posibilidades: apoyar directamente los dientes sobre la boquilla; o forrar los dientes. La elección de una u otra posibilidad en las distintas escuelas se ha llevado a cabo sin previa explicación del porqué, y ni unos ni otros han explicado la gran diferencia entre una y otra posibilidad.

El clarinetista que no forra los dientes superiores suele cometer dos errores:

Que la distancia de la abertura bucal no es suficiente. En consecuencia el maxilar inferior cierra considerablemente la glotis, dificultando así la salida de la columna de aire y manteniendo los músculos en constante tensión, factor que hay que evitar a toda costa porque la relajación y naturalidad en todo el organismo humano es imprescindible. El siguiente dibujo muestra el primer error:

Que si la distancia se quiere aumentar buscando así la relajación de músculos y dar paso libre a la columna de aire, nos encontramos con la siguiente posición:

El resultado, por una parte, es el de una buena abertura, pero por otra es una excesiva distancia de caña vibrante, quedando esta sin control adecuado del labio inferior, y por lo tanto carecerá de facilidad en los armónicos agudos, ocurriendo lo siguiente:

Que su vibración es más lenta y la frecuencia del sonido sólo obedece a las posiciones de los dedos.

Que a la mayor holgura vibratoria, mayor cantidad de aire.

Que con mucha facilidad, como consecuencia del poco control que el labio inferior ejerce sobre la caña, se producen armónicos sin control tímbrico, lo que vulgarmente llamamos chillidos.

Que difícilmente puedan sacar sonidos puros con el matiz (PP) o suavísimo.

El tocar forrando los dientes tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes: la abertura bucal es correcta, pero la fatiga inminente que se produce en el labio superior priva de una buena relajación y naturalidad. Esto en gran parte se puede solucionar apoyando el instrumento en la rodilla, pero no es lógico si pensamos en el largo proceso de inquietudes y fatigas que ha tenido que soportar en toda su carrera clarinetística.



Posición del clarinetista

Es conveniente que el alumno se sienta cómodo, con sus gustos propios en cuanto a instalación, con el fin de conseguir el máximo tiempo y rendimiento. Además del atril levantado, es aconsejable un buen espejo para vigilar la rectitud del Clarinete en el cuerpo y los movimientos bruscos, principalmente cuando respire.

Los clarinetistas que tocan en Bandas de Música, generalmente tienen la posición del instrumento torcida a su derecha y la vista con inclinación a su izquierda. Esto es consecuencia de una posición incorrecta del clarinetista en los ensayos y conciertos, sentándose enfrente de los oboes y saxofones en lugar de inclinar su silla y atril hacia el director. Esta pequeña variación del cuerpo dificulta la respiración y, aunque en principio no se dará cuenta, pasados los años le perjudicará mucho, siendo entonces demasiado tarde para rectificar. Así mismo, la no alineación de la boquilla en los labios, consecuencia de lo mismo, desmerece el sonido. Si la conformación de los dientes inferiores es irregular, el clarinetista tendrá que buscar un remedio.

El pecho, hombros, brazos y cabeza no deben moverse en absoluto ni cuando se respire, no debiendo aparecer ningún gesto forzoso, estando todo muy relajado.

Cada ataque del sonido debe durar lo que normalmente dure su aliento, sin llegar nunca a fatigarse. Si una vez preparada la respiración el ataque sale mal, no debe importarle mucho al alumno; que respire profundamente como se ha dicho en el apartado sobre la Respiración y que repita la función sin prisas las veces necesarias. Este ejercicio es muy costoso en todas sus aplicaciones, pero jamás se lamentará el clarinetista de haberlo practicado.

Un estudiante con interés es capaz de muchas cosas, aunque no tenga condiciones naturales; es peor tenerlas y carecer de interés. Si se unen los dos factores y consigue un buen maestro, llegará.

Todos estos consejos se deben respetar cuando de un principiante se trate. Él debe saber por medio de un profesor, los movimientos que los clarinetistas “hechos” o concertistas realizan en virtud y consecuencia del estilo de la obra que interpretan, porque la posición del concertista al que aludimos debe ser motivada por el contexto musical. Por eso, el alumno debe saber el principio de estos movimientos:

Primero: el alumno, en posición de pie, se coge las manos suavemente a la altura del ombligo; los brazos, sin rigidez, dejándolos caer. Acto seguido respira profundamente, dejando salir poco a poco con bastante presión el aire. A los tres o cuatro segundos, que abra o separe repentinamente los codos del tronco y observará que el aire saldrá con más facilidad y holgura de sus pulmones. La práctica de este primer movimiento con el instrumento resultará un elegante crescendo.

Segundo: otro movimiento es doblar el cuerpo hacia delante, como cuando nos agachamos. Esto connota una presión más fuerte que la anterior sobre el diafragma y los pulmones, por lo que, en la práctica, el crescendo resultante será más pronunciado; no obstante, si al mismo tiempo, además, el alumno dobla las piernas, podrá perfectamente bloquear el aire. Musicalmente no produce nada; si su objetivo es llamar la atención por sus movimientos, lo ha conseguido.

Estos dos puntos debe saberlos el estudiante, y cuando sea el caso, emplearlos debidamente y con mucho talento, en beneficio siempre de una buena interpretación. A partir de ahí, si hay base en el estudio, él siempre es y debe ser libre para interpretar, ya que nada ni nadie conoce la reacción de sus sentidos.


Técnica del Picado

El comienzo de un sonido o inicio de una pronunciación, sea cual fuese el matiz, nos representa una articulación. Analicemos:

Si nosotros iniciamos la salida del aire relativamente floja, con la boquilla y caña puesta en la boca sin presión alguna del labio, obtendremos una corriente de aire. Esto quiere decir que la velocidad del aire es lenta comparada a la necesidad que precisa la caña para su movimiento.

Si aumentamos la presión del aire, llegaremos al punto que necesita la caña, iniciándose la excitación de la misma, sin control tímbrico ni carácter definido.

Si cogemos el punto 1 y combinamos la posición del labio inferior, presionando la caña con el fin de reducir la vibración de longitud, si ella es flexible, obtendremos un timbre muy suave, porque la caña se pondrá en vibración merced a dicha reducción; por lo tanto, menor fuerza, igual a la potencia del aire que está saliendo del clarinetista.

Si cogemos ahora el punto 2 y, como en el caso anterior, cambiamos la presión del labio, considerando siempre tener la noción de altura o tono que deseamos sacar, conseguiremos nuestra frecuencia haciendo funcionar (y de forma automática) todos los parámetros de la cavidad bucal; si la caña se resiste obtendremos un timbre fuerte.

Si asociamos el punto 1 con una caña fuerte, no conseguiremos su excitación. Si lo hacemos con referencia al punto 2, si la caña es flexible no resistirá la presión y se adosará a la boquilla cerrando el tubo.

La iniciación del sonido en cualquiera de los puntos se llama picado. Pero existe el problema de voluntad, es decir: que el sonido saldrá cuando la caña asocie su excitación con el aire que iniciamos, y eso fisiológicamente no lo podemos saber, pero sí lo podemos sentir. El comportamiento de la caña es todo un fenómeno: aun repitiendo varias veces la nota, resulta difícil iniciar un picado a nuestra voluntad y precisión.

De cualquier forma, inevitablemente hay que pensar en poner en movimiento la lengua si queremos precisar la iniciación del sonido o simplemente el picado. Dicho movimiento se puede le aconsejar al alumno realizando la práctica siguiente:

Ponerse un pequeño papel entre los labios y la lengua.

Que lo expulse suavemente al exterior; en principio le caerá delante de su cuerpo.

Que progresivamente aumente la presión con el objeto de echarlo lo más lejos posible. Todo sin esfuerzos secundarios, sólo con la lengua.

Del carácter y naturaleza hablaremos más adelante. El grado de expresión del ejecutante, siguiendo con inteligencia el carácter y estilo de la composición musical, nos dará un picado característico según su personalidad.

En general todos tenemos que vigilar la parte técnica del instrumento, con el fin de dominar el campo que nos permite actuar según nuestra condición motivada por un buen comienzo. Con frecuencia, cuando no se piensa lo que se va a hacer a la hora de emitir el sonido, rara vez el resultado es satisfactorio para el clarinetista; por lo tanto tiene que concentrarse para conseguir un picado realmente bueno que sirva a su manera de pensar, sentir para transmitir exactamente un mensaje.


Sonoridad

Entre las cualidades características del clarinete, las más importante y la que más llama la atención es el sonido. Todo clarinetista que aspire a lograr un primer plano en el campo artístico debe preocuparse, ante todo, de la calidad de su emisión.

Desde el momento en que el alumno sabe colocar sus manos sobre el Clarinete, debemos enseñarle a buscar por sí mismo el sonido agradable, y luego a realizar el que el profesor sugiera, considerando siempre el autor.

El alumno debe saber que tocar «P» no significa solo poco fuerte, sino también dulce, tierno, acariciador, cordial, misterioso... y que «F» no solo es fuerte y ruidoso, sino seguro, enérgico, entusiasta, con confianza, valentía, heroico...

La calidad del sonido va a depender, además de la naturaleza de la caña, la boquilla y la abrazadera, del ajuste de nuestro Clarinete, etc., del estudio diario de notas tenidas, esto es, hacer sonar el instrumentos durante unos segundos y pensar en el resultado tímbrico, corrigiendo al mismo tiempo. El tiempo que hay que dedicar a estas notas tenidas dependerá de las condiciones naturales del alumno. Como es obvio pensar que el alumno quiere enseguida tocar muchas notas, el profesor deberá vigilar y aconsejar que emplee muchos segundos para una sola nota, y que corrija visualmente la facciones de la cara a la vez que escucha, con el fin de corregir lo que oiga y que no sea de su gusto.

Después de las notas tenidas, si el alumno tiene la caña preparada, debe empezar con la nota SOL3 con relativa fuerza, como si estuviese cantando ese sonido, y disminuyendo muy progresivamente la intensidad hasta lo posible. Este ejercicio en principio es excelente.

Después de dominadas estas pruebas, se pueden estudiar invirtiendo la forma, empezando suavísimo y crecer despacio y progresivamente, hasta el fuerte. Por último los dos matices, creciendo y disminuyendo. El profesor debe vigilar dos fenómenos que se producen y que no están bien. Tanto el diminuyendo como el crescendo son función exclusiva de la presión del aire; no hay que abusar del labio inferior. Si eso ocurriera, al final del diminuyendo subiría la frecuencia y en el crescendo bajaría.

Es importante mantener la misma embocadura en los «PP» y en los «FF»; todas estas dinámicas se consideran por la cantidad y velocidad de aire enviado a la caña. Es el principal foco determinante para conseguir el volumen y la intensidad de la base de un tono perfecto.

Si las propiedades físicas de la caña lo permiten, y además, la Abrazadera Polarizante ciertamente contribuye a la máxima amplitud y redondez, que con la principal actitud habilidosa y embocadura más o menos flexible del clarinetista, conseguiremos los tres elementos dinámicos existentes:

Fuerte y disminuyendo a suave.

Suave y creciendo a fuerte.

Suave, creciendo a fuerte, y disminuyendo de nuevo a suave.

Movimiento de los dedos

Un clarinetista debe conseguir una técnica perfecta. Dominándola correctamente podrá dar la impresión de facilidad en todos los pasajes. Para ello hay que abordar los estudios lentamente, sin ninguna precipitación y con mucha calma. Hay que leer los pasajes antes de tocarlos. El movimiento de los dedos es un factor muy importante que hay que superar; cualquiera de los dedos, al ponerse en movimiento, debe hacerlo verticalmente sobre el anillo, agujero o llave, nunca en sentido oblicuo. Cuando se trata de mover anillos, si los dedos no se levantan adecuadamente obstruyen la salida normal del aire; si los dedos se levantan demasiado, con frecuencia desigualan técnica y sonido.

Tienen que caer con fuerza (sin exageraciones) y en forma de garra, no olvidando que los agujeros deben taparse con la base de los falangines, nunca en punta. Cuando se trate de algún trino, hay que procurar que los dedos no pierdan el contacto con el metal, para lograr que sea rápido y regular. Las progresiones cromáticas así como las que rigen todas las tonalidades, con sus arpegios y los ejercicios de intervalos, son ideales para formar técnicamente al futuro clarinetista. Existen muchísimos métodos que enseñan las diferentes posiciones y sincronización de los dedos. En todo pasaje difícil hay que pensar en principio de la cabeza a los dedos y no de los dedos a la cabeza.


Fuente: http://html.rincondelvago.com/el-clarinete.html
Imagen tomada de Google.


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